Crónicas de Villa Allende F.C. (Florida 2009)

Por Diego Rodriguez

Hubo una vez…

Un grupo de locos a los que se les ocurrió armar un equipo de fútbol para no aburrirse tanto los fines de semana yendo a la pileta del Golf a tratar de levantarse minitas que no les daban bola.

La definición técnica de un equipo es “Un grupo de personas con un objetivo en común”. Lo más importante de este equipo es que SIEMPRE, desde el primer día Y en forma tácita, hasta este momento nunca declarado formalmente, Todos tuvimos clarísimo el objetivo. Ese objetivo es lo que determina el sentido y la mística del grupo: DIVERTIRNOS JUNTOS.

Así empezó a formarse un equipo de amigos que se iba consolidando todos los fines de semana, aprovechando aptitudes como en el caso de Julián y el Negro y tratando de pegarle para adelante como en el caso del Enano, el Japo y el Batata. Y lo mejor de la historia hasta esta parte es que no solo ganaban la mayoría de los partidos, sino que aparte se armó una hinchada de padres, madres, novias y minitas varias que asistían a los encuentros. Y así nació la mística de este equipo que se dio en llamar "Villa Allende".

Fue pasando el tiempo y apareció lo que se cree es una de las principales características aún vigentes del equipo: el gusto por la victoria. Internamente consideramos esto como una virtud de todas y cada una de las personas que han jugado en forma regular en el equipo. A todos nos gusta ganar y no nos gusta perder, en todos los órdenes de la vida.

Entre campeonato y campeonato, desde los que armaba Julián a fuerza de llamados en la Colonia de los Lecheros y hasta los que se juegan actualmente, pasaron por este equipo una importante cantidad de personas que, en la mayoría de los casos, sintieron esa mística del grupo y compartieron el gusto por la victoria. Algunos siguen hoy jugando y son parte de la columna vertebral del equipo, otros le dejaron el lugar a nuevos jugadores que se han ido sumando y lo importante a destacar es esa sensación de "montón de amigos". Todos los equipos que representaron a "Villa Allende" supieron honrar esa mística que hasta hoy, no solo no se ha perdido, sino que crece año a año, campeonato a campeonato.

Y un día….

A una parte de ese grupo de locos, se les ocurrió ir a jugar a Miami. Y así empezó, un viaje especial (algo que solo unos pocos se dieron cuenta al principio).

Después de muchos mails organizativos desde la Agencia oficial de Villa Allende Soccer Club, de las dificultades de cada uno para conseguir la tarasca, de alcanzar el permiso de las familias y de un set de entrenamientos dirigidos por el hasta ese momento conocido como Entrenador Físico "Alf" (quien después develaría su verdadera profesión), llegó el momento en el que nos fuimos encontrando de a uno en el aeropuerto.

Buzo va, buzo viene, remera va, remera viene, ponete la gorra para la foto.

Después de despedirnos con saludos emocionantes de las personas que más nos quieren, cruzamos esa puerta que quedó grabada en la retina de muchos, una puerta que marcaba el inicio de una experiencia inolvidable.

Y como siempre pasa, todo se pasa muy rápido.

En el aeropuerto de Santiago, se armó el primer grupo de conservadores, que con una técnica muy afeminada ganaron un par de partidos de truco cuyas apuestas no han sido cobradas hasta la fecha (al menos en forma oficial). Mientras tanto, el Viejo procuraba en forma casi desesperada su lugar en Business mientras aprovechaba para robar cuanta lata de coca o paquete de
chizitos se cruzaba en su camino en las discusiones que mantenía con el personal de la Aerolínea.

El viaje en avión se caracterizó por un número Quatro al borde de la muerte (.), los primitos endrogados con pastillas para dormir que no les permitieron darse cuenta del viaje y de un COBOY destilante de olores que obligó a reconfigurar la disposición de los asientos de los jugadores. Tan dormido quedó el primo mayor que al momento de pasar inmigraciones fue retenido por un importante lapso de tiempo hasta que ordenó la compra del aeropuerto y de
todos los empleados allí presentes.

Un gran alivio sentimos al llegar a Miami y darnos cuenta de que, al menos, los autos de alquiler estaban en su lugar. Después, cuando apareció Mac Allister ya todo era una fiesta, aunque faltaba confirmar la existencia del hotel, las canchas y los equipos contrincantes. Hasta ese momento la verdad es que el resultado deportivo era demasiado incierto para poder tenerlo en cuenta.

Luego de unos 40 minutos de conducción muy responsable por las autopistas de Miami llegamos al hotel dónde, para sorpresa de todos, nos esperaba un cartel de bienvenida. Camas matrimoniales para compartir, apa apa.. Quien con quién?, el viejo quiere una pieza para él solo. Y bue. allá vamos.

Hasta ese momento, ya había personas que habían cambiado su nombre (a pesar de que a medida que transcurría el viaje iban a seguir cambiando). Un claro ejemplo es el de Juan Carlos Aguilar o el Chef Jalf.

Continuará...

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